Dentro de su muestra de compromiso para fomentar un mejor medio ambiente y una mayor sostenibilidad, la Unión Europea se ha puesto las pilas en cuanto a las medidas a favor de la energía solar, siendo un compendio de normas con legislación vinculante que velará y garantizará el cumplimiento de los objetivos climáticos y de energía asumidos por la propia UE.
En 2008, Europa había pasado a ser el mayor mercado mundial de energía solar fotovoltaica, con más del 70% del mercado. Ese año, en España, el parque fotovoltaico de Olmella (una central eléctrica de 60 megavatios, la mayor del mundo) generaba energía solar suficiente para abastecer a 40.000 viviendas al año.
Todas las medidas van destinadas a la reducción de las emisiones de los gases del efecto invernadero en un 20% en relación a los niveles establecidos en 1990. Igualmente, se pretendía conseguir que el 20% de la energía sea de origen renovable en la Unión Europea y un 20% de mejora de la eficiencia energética.
Y dichas metas fueron establecidas hace algunos años, en 2007, por los altos cargos del organismo europeo y puestas en legislación dos años más tarde. No obstante, a pesar de la diferencia de años, aquí ya se habla de la estrategia de Europa, el año 2020 tubo que tener un crecimiento inteligente, sostenible e integrador.
La Unión Europea instaló alrededor de 8 GW de sistemas de energía solar en 2018, lo que supone un incremento interanual del 36% respecto a los 5,9 GW conectados a la red en EU-28 en 2017, según una estimación de SolarPower Europe, la asociación para el sector de la energía solar en Europa.
Se espera, que la pandemia haya generado una disminución del 10% en el mercado de la UE en el año 2020, pero también se espera un incremento del 47% de los GW instalados para el 2021, valor que supera los números del año 2019. Este crecimiento será sostenido y continuado hasta casi duplicar los GW en el año 2024, quizás hasta lograr triplicar los números actuales, siendo este último el mejor escenario posible.