La Organización para la Alimentación y la Agricultura ha presentado una guía sobre cómo gestionar esta herramienta de forma adecuada y evitar que se desperdicie el agua.
El uso de energía solar para extraer y bombear el agua de los acuíferos permite a los agricultores cultivar de forma asequible y respetuosa con el medio. Se prevé que, si los precios se siguen reduciendo, esta fuente de energía renovable pueda impulsar una revolución en lugares como el África subsahariana y América Latina, donde las tierras de regadío no son abundantes. Se destaca que el riego aumenta la productividad agrícola al permitir más cosechas al año y que estas sean más diversificadas. A nivel mundial, alrededor del 20 % de las tierras agrícolas se riegan, lo que contribuye a cerca del 40 % de la producción total de alimentos.
El problema reside en que gran parte de los países que cuentan con programas y políticas gubernamentales para promover el riego carecen de regulaciones específicas que limiten la extracción de agua subterránea con este fin.
Ventajas de la energía solar
Los sistemas que utilizan la energía solar pueden reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en comparación con las alternativas que usan combustibles fósiles o diésel, por lo que se insta a los gobiernos a que revisen sus planes de incentivos para favorecer los “subsidios ecológicos” frente a los que existen para combustibles fósiles.
Además, una vez instalada, esta herramienta se puede utilizar para el funcionamiento de máquinas para el descascarillado de arroz, molinos o depuradoras de agua, todo lo cual contribuye al desarrollo rural y a generar ingresos.
La energía solar también puede convertirse en un “cultivo remunerado” si se alienta a los agricultores a reducir el exceso de bombeo de agua y optar por acumular y vender su excedente de energía a la red eléctrica.
Riesgos de esta herramienta
El uso de la energía solar para fomentar el riego constituye un arma de doble filo. Si no se contabiliza el agua y no se controla su extracción, los acuíferos podrían quedarse secos o gravemente dañados. Esto ocurre en los lugares donde los agricultores tratan de ampliar las áreas plantadas o cambian a cultivos que requieren un uso más intensivo de este bien.
Para minimizar esos riesgos, el Fondo para la Alimentación y la Agricultura ha presentado en un foro internacional en Roma a finales de esta semana las Herramientas en línea sobre sistemas de riego con energía solar, desarrolladas conjuntamente con la Agencia de Cooperación Internacional de Alemania y diseñados para informar a los usuarios finales, los responsables de las políticas y los inversores.
Gestión del agua
La FAO recomienda que las decisiones sobre políticas de riego deben tomarse después de evaluar la demanda de agua y contabilizar este bien para evitar que, como en el caso de la India, los acuíferos se encuentren en estado crítico.
Los sistemas modernos que utilizan energía solar cuentan con dispositivos de control electrónico capaces de ofrecer datos en tiempo real sobre niveles de los tanques de almacenamiento, la velocidad de bombeo y los niveles de agua de los pozos. Esto permiten tomar decisiones sobre su regulación de forma remota.
Asimismo, debe establecerse un plan adecuado de gestión hídrica antes de incrementar el uso del riego con energía solar, que determine la viabilidad y rentabilidad financiera de las inversiones en cada zona.
La India y Egipto están ensayando estrategias para establecer las tarifas del agua en función de la oferta y la demanda calculadas a través de imágenes por satélite, una técnica más asequible gracias a que la FAO proporciona una base de datos sobre la productividad del agua.
“Las oportunidades que ofrece una energía solar más barata aumentan también la urgencia de garantizar que existan sistemas adecuados de gestión y gobernanza del agua”, señaló por su parte Eduardo Mansur, director de la División de Tierras y Aguas de la FAO.