Las centrales hidroeléctricas pueden resolver el problema de la discontinuidad de los suministros renovables, gracias a sistemas de almacenamiento muy eficaces. También hay beneficios para la biodiversidad.
La humanidad ha aprovechado a la hidroeléctrica desde la antigüedad
El poder del agua ha sido explotado por la humanidad desde hace mucho tiempo, hasta el punto de que puede considerarse la fuente de energía renovable más antigua. Existen importantes pruebas históricas de cómo los sumerios y los antiguos egipcios aprovechaban el poder del agua para realizar arduas tareas como la molienda del grano. En Alejandría (Egipto), por ejemplo, se empleó una tecnología rudimentaria para utilizar el caudal del río para hacer funcionar los engranajes de las ruedas hidráulicas. Unos siglos más tarde se crearon los molinos de agua, impulsados por una rueda capaz de aprovechar eficazmente la energía del flujo de agua.
Sin embargo, no fue hasta el siglo XIX cuando nació la idea de utilizar la energía cinética del agua para producir electricidad. A partir de la segunda mitad del siglo XX, este sector experimentó importantes inversiones. Hoy en día, la energía hidroeléctrica es la principal fuente de energía renovable del mundo: según datos de la Agencia Internacional de la Energía (AIE), representa casi la mitad de toda la producción renovable.
La energía hidroeléctrica resulta clave para la transición energética
Uno de los mayores retos de nuestro tiempo, en muchas partes del mundo, es lograr la autosuficiencia energética: reducir las importaciones extranjeras y conseguir alcanzar la independencia energética aprovechando los recursos nacionales disponibles. Las centrales hidroeléctricas tienen un impacto medioambiental mínimo, sobre todo si se comparan con las que funcionan con combustibles fósiles como el petróleo y el carbón.
Además, la energía hidroeléctrica es un recurso que está presente en casi todas partes, con algunas excepciones relacionadas con la existencia del propio ciclo del agua. Las centrales hidroeléctricas de bombeo pueden resolver los problemas de almacenamiento de energía derivados del uso de fuentes de energía renovables. En general, el 98% de la capacidad de almacenamiento de energía en todo el mundo se realiza mediante el bombeo de agua.
Las ventajas económicas de un sistema sencillo
Evidentemente, la construcción de una central hidroeléctrica tiene un coste inicial bastante elevado; sin embargo, a medio y largo plazo, el aprovechamiento de la energía del agua es económicamente muy ventajoso. Los sistemas de almacenamiento hidroeléctrico funcionan de forma bastante sencilla: el agua se bombea desde un embalse inferior a otro superior. En los momentos de mayor demanda de energía, el agua se libera y fluye hacia abajo, compensando la escasez de producción de electricidad o las variaciones estacionales o meteorológicas, incluso repentinas. El rendimiento medio de este proceso ronda el 70%, un porcentaje difícil de alcanzar con las fuentes tradicionales.
A todas estas ventajas se suma el enorme beneficio de que las centrales así construidas no contribuyen al consumo de agua, ya que los recursos que se toman se devuelven en su totalidad sin arruinarse ni contaminarse.
El círculo virtuoso que provoca la energía hidroeléctrica
Algunos beneficios menos conocidos de la energía hidroeléctrica son la recuperación de tierras y la mejora del delicado equilibrio de los sistemas vivos. Por ejemplo, las centrales hidroeléctricas pueden ayudar a defender la tierra de fenómenos meteorológicos extremos e inundaciones, regulando el caudal de los ríos y previniendo el riesgo de inundaciones. Esto también permite recuperar pantanos y zonas pantanosas y controlar el caudal de los ríos para adaptarse a las necesidades de los sistemas de riego.
Incluso en casos de sequía, las centrales hidroeléctricas pueden ser muy útiles: el agua contenida en los embalses no sólo puede aprovecharse para producir electricidad, sino que también puede estar disponible en épocas de escasez de agua. La apertura de las presas también puede planificarse con la máxima precisión para garantizar el correcto flujo de agua para las plantas y los cultivos.
Todo esto también aporta beneficios indirectos en términos de turismo y seguridad. Un flujo regular de agua garantiza, entre otras cosas, el enriquecimiento de la vegetación, el aumento de las poblaciones animales locales y el apoyo a la biodiversidad. Es bastante común, por ejemplo, que se construyan rampas especiales para el paso de la fauna en estas centrales. Las presas también desempeñan un papel fundamental a la hora de obstruir el paso de ramas, árboles caídos y otros objetos que podrían ser peligrosos para los animales o las personas.
En el futuro, las innovaciones tecnológicas y la digitalización podrían hacer que las centrales sean aún más eficientes y funcionales, regulando el flujo de agua de manera precisa y oportuna. Además de la modernización y mejora de las centrales existentes, una perspectiva interesante es la construcción de centrales totalmente nuevas, teniendo en cuenta que todavía hay numerosos lugares en el mundo con abundancia de agua y con falta de centrales hidroeléctricas.