Pintando Paraguay: El intercambio…

«Pintando Paraguay»

Bitácora de viaje (parte final para dar inicio.)

No sería una casa rodante como era mi sueño, pero en cambio no tendría toda mi producción de un año hipotecada. Fue una noche como a las 2 de la madrugada cuando vi el anuncio y Romina ya estaba durmiendo, me fui a despertarla muy entusiasmado. Era como si en una final de fútbol; en un partido empatado de pronto, a los 49 minutos del segundo tiempo tuviera la oportunidad de marcar un gol de penal. Creí entender la presión que siente el jugador que tiene la responsabilidad de ejecutar el tiro. Toda una ilusión dependía de concretar y no desperdiciar esa oportunidad.

Así que ya teníamos resuelto lo de la escuela en casa y a esas alturas con suficiente experiencia y todo el mérito se lo lleva Romina quien se volvió sin mucho esfuerzo una excelente maestra de nivel inicial y segundo ciclo. Si marchaba la negociación del vehículo, ya tendríamos todo lo necesario para iniciar “Pintando Paraguay”.

La gran ventaja que tuve es que yo conocía a la persona que pedía el intercambio, un soñador y emprendedor temerario: Erik un Mexicano. Él venía recorriendo el continente y cuando estuvo en Paraguay asistió a un taller literario con Sebastian, en el Centro Cultural Juan de Salazar y ahí coincidimos en el 2014. También fue un compañero de fútbol los jueves de noche en el ex Seminario Metropolitano. Una reunión atípica de aficionados donde concurrí por dos años seguidos; casi nadie jugaba muy bien, había escritores, pintores, profesores y alumnos de filosofía. De vez en cuando alguien llevaba a algún conocido o aparecía algún integrante nuevo de los talleres literarios, porque el capitán y organizador por excelencia era el amigo Sebastian Ocampos, así fue que conocí a Erik, ¡quien por cierto sí jugaba muy bien!

Mientras tanto, aprendí a manejar con mi hermano Norberto, un excelente maestro. Gestioné mi licencia de conducir y organizamos el itinerario con Romina. Estudiamos el mapa del Paraguay, las rutas, los sitios posibles y sus atractivos, calculamos el tiempo que nos tomaría recorrer cada departamento del país en 12 meses.

Conseguí el caballete que tanto quise desde que lo vi por primera vez en un libro de pintura a los 16 años. (hay una anécdota aparte con el caballete, pero no voy a contar ahora)

Resumiendo, la negociación del vehículo marcha bien. Sólo falta concretar en cuestión de días.

«Pintando Paraguay»

Bitácora de viaje (parte final)

No sería una casa rodante como era mi sueño, pero en cambio no tendría toda mi producción de un año hipotecada. Fue una noche como a las 2 de la madrugada cuando vi el anuncio y Romina ya estaba durmiendo, me fui a despertarla muy entusiasmado. Era como si en una final de fútbol; en un partido empatado de pronto, a los 49 minutos del segundo tiempo tuviera la oportunidad de marcar un gol de penal. Creí entender la presión que siente el jugador que tiene la responsabilidad de ejecutar el tiro. Toda una ilusión dependía de concretar y no desperdiciar esa oportunidad.

Así que ya teníamos resuelto lo de la escuela en casa y a esas alturas con suficiente experiencia y todo el mérito se lo lleva Romina quien se volvió sin mucho esfuerzo una excelente maestra de nivel inicial y segundo ciclo. Si marchaba la negociación del vehículo, ya tendríamos todo lo necesario para iniciar “Pintando Paraguay”.

La gran ventaja que tuve es que yo conocía a la persona que pedía el intercambio, un soñador y emprendedor temerario: Erik un Mexicano. Él venía recorriendo el continente y cuando estuvo en Paraguay asistió a un taller literario con Sebastian, en el Centro Cultural Juan de Salazar y ahí coincidimos en el 2014. También fue un compañero de fútbol los jueves de noche en el ex Seminario Metropolitano. Una reunión atípica de aficionados donde concurrí por dos años seguidos; casi nadie jugaba muy bien, había escritores, pintores, profesores y alumnos de filosofía. De vez en cuando alguien llevaba a algún conocido o aparecía algún integrante nuevo de los talleres literarios, porque el capitán y organizador por excelencia era el amigo Sebastian Ocampos, así fue que conocí a Erik, ¡quien por cierto sí jugaba muy bien!

Mientras tanto, aprendí a manejar con mi hermano Norberto, un excelente maestro. Gestioné mi licencia de conducir y organizamos el itinerario con Romina. Estudiamos el mapa del Paraguay, las rutas, los sitios posibles y sus atractivos, calculamos el tiempo que nos tomaría recorrer cada departamento del país en 12 meses.

https://www.facebook.com/pinturasjuandedios