Mientras la cámara recorre la espalda del robot, sus piernas se doblan a la altura de las rodillas. Es un movimiento natural, al principio, antes de cruzar a un reino extraño, como algo sacado de una película de Sam Raimi. El robot, que parecía estar acostado boca arriba, ha cambiado de posición de manera efectiva con esta inteligente rotación de piernas.
Cuando Atlas está completamente de pie, lo hace de espaldas a la cámara. Ahora la cabeza gira 180 grados, antes de que el torso haga lo mismo. Se queda quieto por un momento, ofreciendo a la cámara su primera visión clara de su cabeza: un anillo de luz que forma el perímetro de una pantalla perfectamente redonda. Una vez más, el torso sigue los 180 grados de la cabeza, mientras Atlas se aleja de la cámara y sale del encuadre.
Un día después de retirar la versión hidráulica de su robot humanoide, Boston Dynamics acaba de anunciar que, al igual que Bob Dylan antes, Atlas se volvió eléctrico.
El ritmo es rápido, los pasos todavía un poco entrecortados, aunque significativamente más fluidos que muchos de los nuevos humanoides comerciales que nos han presentado en los últimos años. En todo caso, el modo de andar recuerda la descarada confianza de Spot, el primo de Atlas cuya rama del árbol evolutivo se separó del humanoide hace unas generaciones.
La nueva versión del robot es prácticamente irreconocible. Atrás quedó el torso pesado, las piernas arqueadas y la armadura plateada. No se encuentran cables expuestos en ninguna parte del nuevo y esbelto esqueleto mecánico. La compañía, que ha evitado las quejas reaccionarias sobre el robopocalipsis durante décadas, ha optado por un diseño más amable y gentil que el Atlas original